DISCIPULO DE SÓCRATES


PLATÓN
     Fue un filósofo griego seguidor de Sócrates y maestro de Aristóteles. En 387 fundó la Academia, institución que continuaría su marcha a lo largo de más de novecientos años  y a la que Aristóteles acudiría desde Estagira a estudiar filosofía alrededor del 367, compartiendo, de este modo, unos veinte años de amistad y trabajo con su maestro. 

       Platón participó activamente en la enseñanza de la Academia y escribió, siempre en forma de diálogo, sobre los más diversos temas, tales como filosofía, política , ética , psicología , antropología filosófica, epistemología, gnoseología, metafísica, cosmogonía, cosmología, filosofía del lenguaje y filosofía de la educación.



      Intentó también plasmar en un Estado real su original teoría política, razón por la cual viajó dos veces a Siracusa, Sicilia, con intenciones de poner en práctica allí su proyecto, pero fracasó en ambas ocasiones y logró escapar penosamente y corriendo peligro su vida debido a las persecuciones que sufrió por parte de sus opositores.



Apología de Sócrates
      Obra sublime y reveladora, cuya escritura fue realizada por Platón, pero que a través de la cual intenta plasmar y manifestar con suma agudeza lo ocurrido aquel trágico día en el que Sócrates fue condenado a muerte, se hace necesario conocer los antecedentes y contexto en el que se llevó acabo esta sentencia y más aún, comprender el porqué de la situación que llevó al filósofo Sócrates al final de su existencia terrenal.

        Es de este modo, que se hace preciso señalar que el nombre del tribunal supremo ante el cual Sócrates tuvo que defenderse, recibe por denominación Heliea (tribunal popular compuesto por 6.000 ciudadanos, mayores de 30 años y repartidos en diez clases de 500 ciudadanos (1000 quedaban en reserva) sorteados cada año para ser heliastas, recinto al que llegó Sócrates, acusado por tres ciudadanos, Anito, melito y Licón;  los que planteaban que éste realizaba investigaciones acerca de lo que hay bajo tierra y acerca de las entidades celestes; de enseñar a los jóvenes a dar vuelta argumentos, haciendo que el error primara sobre la verdad, la injusticia sobre la justicia y que Sócrates no creía en los dioses que adoraba la ciudad y que además introducía dioses nuevos. Sin embargo, aquellos argumentos que empleaban para inculparlo, eran infundados y con una manifiesta animadversión por parte de sus acusadores.

        Así llegamos al origen de esta apología, que debe ser considerada como una alabanza y un anhelo vehemente por parte de Platón, para con su maestro Sócrates, en cuyo texto encontraremos los argumentos y desarrollo del juicio que debió enfrentar nuestro venerable filósofo, en defensa de aquellos argumentos injustificables de los cuales se le imputaba. 





Análisis por capítulos a la Apología



Capítulo 1: Exordio de su defensa.

     En esta primera parte de su discurso de defensa, comienza apelando a que quienes lo acusaron, lo hicieron a través de mentiras y argumentos infundados, los que como podremos apreciar a través del desarrollo de ésta irán siendo refutados uno tras uno. Cabe destacar también, el especial énfasis al que recurre para señalar en que utilizará su lenguaje cotidiano, el mismo que emplea ante cualquiera que desee escucharlo, destacando que su modo de hablar no debe ser el que predomine en la determinación del juicio, sino en que ésta debe ser en base a la verdad, vale decir, en considerar que lo que dice es justo o no.

Capítulo 2: Estructuración de su defensa.
      Aquí distingue a los dos tipos de inculpadores, contra los cuales tendrá que defenderse. Diferenciando de este modo entre los más antiguos y los más recientes, señalando conforme al primero de ellos: “Debéis convenir en que me debo defender primero de éstos, pues fue a ellos a quienes oísteis primero y mucho más que a los otros, cuando me acusaban”.

Capítulo 3: Esclarecimiento de las acusaciones.

      Aquí procede a leer el libelo o escrito de las acusaciones que se hacen contra él, leyendo así aquellas que se le atribuían: “Sócrates es culpable de andar hurgando en la búsqueda de las cosas subterráneas y celestes, haciendo más fuerte el argumento más débil y enseñando estas mismas cosas a los demás”.

      Respecto a las acusaciones, empieza señalando que éstas no son verdaderas, dado que según dice, ninguna de ellas tiene que ver con él y que los presentes señalen si esto no es así, o si alguna vez lo han escuchado refiriéndose ante tales temas.

Capítulo 4: La búsqueda y la sencillez.
      En este capítulo señala que él tampoco cobra dinero a los hombres, dado que él no enseña, sino que sólo responde ante quien lo quiere oír y emplea para ello el ejemplo de Evenos, cuyo hombre enseña con mucha modestia, pero Sócrates dice que si él supiera aquello de todo lo que se le acusa se daría mucha fama, pero no es así. (Está en una búsqueda del conocimiento y la verdad).

Capítulo 5: El Origen de su apelativo.
     Explica el origen de las calumnias que contra él se erigen, además de sus apodos de “SOPHÓS” (sabiondo) y “PHRONTISTÉS” (pensador). Conforme a ello explica que ha sido la sabiduría el origen de su apelativo, lo que queda denotado a través de lo afirmado por el oráculo de Delfos: “no hay nadie más sabio que Sócrates”,  respondiendo a la pregunta que Querefonte le había formulado, cuando éste último estaba habitando la ciudad.

Capítulo 6: La búsqueda de la sabiduría.
      Revela cómo llegó a iniciar la búsqueda, refiriéndose en primer lugar a lo que dijo el oráculo, lo que lo hizo reflexionar y actuar del modo en que lo hizo, pero de muy mala gana. No obstante, se atrevió a efectuar su cometido. Comenzó así la indagación refutadota del oráculo, dirigiéndose en un primer momento a uno de los que se consideraba sabio y los demás también lo consideraban así, pero resultó ser que éste no era tan sabio y como Sócrates intentó hacerlo ver que no lo era, se granjeó enemistades con él y así siguió con cada uno de quienes creía ser sabio. De esta forma Sócrates concuerda con lo afirmado por el oráculo, en que él era el más sabio de los hombres, ya que dice: “Bien puede  ser que ninguno de nosotros dos sepa nada de bello ni de bueno; pero éste cree saber algo y no lo sabe, mientras yo no sé ni creo saberlo tampoco. Parece entonces, que en cierta pequeña medida soy más sabio que él, pues, no sé ni creo saber”.

Capítulo 7
      A medida que Sócrates más escudriñaba a los hombres en su búsqueda de la sabiduría, más se desilusionaba de éstos, ya que cuando creía que eran sabios, resultaba ser que no lo eran, puesto que recurrió tanto a políticos y a poetas, pero en el caso de los políticos, sólo sabían lo referente a su labor y en cambio los poetas, eran incapaces de explicar sus obras a cabalidad, incluso personas comunes las explicaban mejor que ellos, pese a ello los poetas se jactaban de ser sabios, procurando poseer un don creador.

Capítulo 8
      Se dirigió en última instancia a los artesanos, los que eran más sabios que él en el arte que manejaba, pero debido a ello creían saber otras cosas, pero realmente no las sabían y aquí encontramos el mismo error que las personas interpeladas anteriormente cometían., “cuyo traspiés oscurecía su saber”. Y así llegó a la conclusión de que le convenía más ser como era simplemente, lo que significaba: “Ni sabio con la sabiduría de aquéllos, ni ignorante con su misma ignorancia, o tener ambas cosas como ellos”, vale decir, que aun sabiendo y conociendo el oficio de los demás y más aún, pese a poseer su sabiduría, que no era más allá que el conocimiento que poseía, pero del cual no se vanagloriaba, sino que reconocía su ignorancia frente a lo que le era desconocido, cuya amalgama era su esencia, su forma de ser y estilo de vida.